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      zonca @zonca last edited by

      https://agendarweb.com.ar/2021/11/08/un-reportaje-a-tulio-calderon-gerente-de-proyectos-nucleares-en-invap/

      Un reportaje a Tulio Calderón, Gerente de Proyectos Nucleares en INVAP
      8 noviembre 2021, 05:50

      “Si no hay Estados que dirijan las compras de bienes estratégicos para desarrollar sus empresas, éstas van a parar a la competencia extranjera y eso implica perder la oportunidad de desarrollar capacidad productiva.”
      El estimulante portal Misión Productiva ha conseguido que uno de los hombres claves de INVAP -una empresa que se destaca por huirle a la publicidad- se extienda sobre temas delicados y «preñados de futuro». Lo reproducimos:

      ooooo

      Tulio Calderón es ingeniero nuclear y Gerente de Proyectos Nucleares en INVAP, la empresa estatal de alta tecnología dedicada al diseño, integración y construcción de plantas, equipamientos y dispositivos en áreas de alta complejidad como energía nuclear, tecnología espacial, tecnología industrial y equipamiento médico y científico.

      Desde Países Bajos, Calderón se tomó el tiempo para responder sobre diversos temas, y, desde su experiencia en una de las compañías más dinámicas de nuestro país, sobre la estrategia que debe tomar Argentina en el marco de la transición energética y el potencial que tiene Argentina para agregar valor agregado a su producción y posicionarse como un jugador importante a nivel mundial en distintos sectores.

      Misión Productiva: En pocas palabras, contanos, ¿Qué es INVAP?

      Tulio Calderón: INVAP esencialmente es una empresa que trabaja en varios campos de la tecnología. En un intento de buscar un punto en común entre las cosas que hacemos en defensa, como sistema de radares o reactores nucleares, y las vinculadas con satélites o centros médicos, podríamos decir que la empresa se especializa en la fabricación de bienes de capital asociados a infraestructura en series cortas para abastecer a varios gobiernos en el mundo a través de agencias especializadas en distintas áreas.

      MP: ¿Cómo influye la geopolítica en los negocios de la empresa? ¿Cómo es venderle a otros gobiernos?

      TC: Buena pregunta, antes dejame decir que en Argentina tenemos muchas razones para estar muy orgullosos de las cosas que se han hecho en el país. En primera instancia pudimos desarrollar capacidades propias, como ocurrió en el caso de la Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA). Argentina se metió en el concierto de temas nucleares mucho antes que otros países. El primer reactor que hizo INVAP fue el RA-6, en Bariloche, que se fabricó justamente cuando se abrió la carrera de ingeniería nuclear en el Balseiro, y para ese entonces la CNEA ya tenía en sus espaldas cuatro reactores propios.

      A partir de allí pudimos exportar el primer reactor a Perú, por cercanía geográfica y política, y luego a Argelia, por la afinidad en el marco de los Países No Alineados con ninguno de los dos bandos que se enfrentaban en la Guerra Fría. No es extraño que un país que tiene capacidades propias le venda primero a países que tengan cercanía geográfica o política, para finalmente participar en licitaciones internacionales, como hizo Argentina a partir de finales de los ´80. Los mercados muy grandes suelen ser atractivos desde el punto de vista de la competencia, pero los mercados de nicho tienen muchas ventajas ya que hay menos participantes en el mercado y tardás menos tiempo en entrar.

      En el tema espacial, el uso de la tecnología como herramienta geopolítica quedó evidenciado cuando, a partir de 1989, Estados Unidos nos dijo que no hagamos más esfuerzos para hacer lanzadores de satélites, sino que hagamos satélites que ellos nos los lanzaban desde su territorio para que Argentina se alinee con Occidente.

      Después, ya habiendo atravesado estos casos, en el 2000 trabajamos con el gobierno para llevar adelante una propuesta de hacer radares a nivel local, porque ya teníamos la convicción de que no era un problema técnico sino un problema de definir necesidades propias incorporando una visión de largo plazo. La situación técnica es el menor de los problemas; teniendo el mercado interno y empresas con capacidad, es un tema de tener un tamaño suficiente de unidades para producir que te permitan amortizar el costo del desarrollo de la primera vez , es decir, los gastos no recurrentes los amortizas sobre series más largas y ahí es donde viene el compre estratégico del Estado, algo que ocurre en todos los países. Si no hay Estados que dirijan las compras de bienes estratégicos para desarrollar sus empresas, estas van a parar a la competencia extranjera y eso implica perder la oportunidad de desarrollar capacidad productiva.

      MP: En los últimos años INVAP fue noticia por su dificultad para pagar los sueldos y el achicamiento de su personal. ¿Cómo está hoy la empresa? ¿Logró revertir ese proceso?

      TC: En este momento te diría que no estamos en un proceso de achique; por el contrario, estamos en una época de crecimiento pero con limitaciones a la hora de conseguir la cantidad de recursos que precisamos. Hasta hace 20 años, encontrar gente que hiciera desarrollos en software, electrónica, sistemas, comunicaciones era difícil. Hoy Argentina tiene entre 5.000 y 10.000 personas que se gradúan por año en carreras vinculadas con la informática, la ingeniería y cuestiones industriales. Todas esas personas tienen trabajo, ya que la demanda interna es grande y también hay demanda de empresas extranjeras que buscan talentos en distintas partes del mundo porque muchos de sus productos son virtuales.

      Con los mercados de la tecnología de la información creciendo un 10% anual a nivel global, muchísima gente sale a buscar talentos por estos lares. La compleja situación cambiaria en Argentina genera dificultades para retener recursos para trabajos locales, al menos que tengas la posibilidad de pagarlos. Hay una suerte de bendición y maldición a la vez, es decir, hay muchísimo trabajo para cualquiera que quiera entrar en el sector, pero es difícil no competir globalmente.

      Tulio Calderón
      MP: ¿Cuál es tu opinión sobre el debate en torno a la transición energética? ¿Cuál creés que debería ser la estrategia argentina contemplando tanto la dimensión ambiental como la tecnológica productiva?

      TC: Argentina tiene una diversificación bastante razonable respecto de otros países, pero se enfrenta a limitaciones en torno al costo del capital y a la posibilidad de afrontar inversiones de riesgo, de largo plazo. Es por eso que el crecimiento probablemente siga estando apoyado principalmente en energía térmica, en segundo lugar en renovables, en tercera instancia en hidroeléctrica y finalmente en nuclear. La desventaja del capital se puede compensar con nuestras capacidades industriales.

      En el caso de los hidrocarburos, la inversión es capital intensiva, pero en módulos más pequeños en comparación con otras fuentes como la nuclear. Las reservas que tenemos son moderadas, excepto en el caso de Vaca Muerta, donde existen recursos notables, con un excedente interesante de energía en invierno, codiciada en la región, lo cual nos permite tener un gradualismo en las inversiones durante los próximos años.

      En el segmento de renovables, como la inversión también es más modular genera cierto atractivo y es probable que a futuro ocupen un cuarto o un tercio de la generación total de energía. Sin embargo, hay que aclarar que para eso deben contar con el respaldo de una producción de base asociada.

      En cuanto a los recursos hídricos, el país los viene explotando en buen grado; sólo le quedan dos o tres represas por explotar nomás. Esto te cubre una porción de la generación de energía baja en relación al total aunque renovable.

      La parte nuclear cubre menos de un 10% de la matriz energética y depende mucho de la capacidad que tengas de realizar inversiones intensivas en capital. De cara al futuro hay oportunidades para seguir desarrollando este segmento. Argentina tiene la ventaja de que la infraestructura humana e industrial está disponible pero requiere una inversión sostenida durante muchos años para fabricar una unidad de producción de energía nuclear. Cabe remarcar que la energía nuclear tiene el valor de que va a ser parte de la solución occidental (ya lo es en China) en la lucha contra el cambio climático y la descarbonización de la economía en general ya que es neutro en emisiones de carbono. No obstante, es una opción compleja de impulsar en Argentina.

      MP: Antes mencionaste cómo está inserta Argentina a nivel global en la carrera tecnológica en el sector nuclear para el desarrollo de reactores modulares pequeños. En ese sentido, el país viene avanzando con el CAREM, con los sobresaltos característicos de nuestra economía. ¿Cómo evalúas esa apuesta y qué pasos creés que deben darse para que Argentina pueda tenerlo tanto como un producto para el desarrollo de la energía a nivel local como para exportar?

      TC: Probablemente lo primero que hay que tener es un plan energético a nivel nacional y ver qué parte de esa matriz energética va a ser nuclear. Tenemos una central muy vieja como Atucha 1, que tiene una esperanza de vida relativamente corta y con poca potencia. Si la matriz energética nuclear decide ampliar la potencia, lo segundo es decidir qué comprar. Desde ya podes comprar “llave en mano”, donde uno compra y se queda con la producción de energía como único retorno de la inversión. Pero en Argentina nos formamos para primero producir nosotros y luego exportar. Si decidís hacer un proyecto propio tenés dos retornos interesantes: por un lado la capacidad de extensión de vida y realizar continuas mejoras, y por otro la capacidad de exportación industrial. Este es el caso del CAREM, donde si hacemos un reactor propio y lo usamos, llenando con 3, 4 ó 5 reactores una capacidad de 1.000 MW, después te queda la oportunidad de exportar eso. Además, la energía nuclear genera externalidades positivas en varias cadenas de valor. Creo que el CAREM es claramente una de las mejores opciones que tenemos para avanzar en nucleoelectricidad frente al modelo de compra “llave en mano” o la fabricación de reactores que se diseñaron en los años 60 y hoy en día están esencialmente ya llegando al fin de su vida útil.

      MP: Entonces, en el debate sobre el Hualong y el CANDU, interpretando lo que planteabas, ¿tu preferencia sería avanzar con fuerza por el CAREM en términos de cómo aportar nueva potencia nuclear?

      TC: Sí, correcto, creo que es una apuesta que tiene muchísimo mayor retorno, tanto económico, como de valor. Un reactor por vez los países no lo hacen; los países planean en meter cuatro o cinco rectores juntos. Crear una central nuclear implica desarrollar una base de infraestructura de cierta complejidad que necesita una base humana y de servicios local. Te permite tener un sitio nuclear, que son escasos en el mundo ya que necesitás localizarlo cerca de una fuente de agua, cerca de algún centro fuerte en formación de técnicos y con un nivel de vida de calidad, entre otros factores a considerar previamente. Son polos de desarrollo tecnológico. Es una inversión estratégica y muy diferente a la de un parque eólico o una central térmica que pueden funcionar en módulos aislados con menos base de infraestructura. Tenemos la infraestructura para desarrollar la opción nuclear, que genera muchísima energía eléctrica de base, lo cual te hace crecer el sistema y al mismo tiempo te lo estabiliza.

      MP: Mencionaste el tema eólico. Si bien no es la principal unidad de negocio de INVAP, la empresa ha participado, por ejemplo, en el Plan Renovar desarrollando turbinas. Con la reciente capitalización de IMPSA, que también tuvo sus desarrollos en el sector construyendo parques eólicos importantes principalmente en Brasil, ¿creés que surge una posibilidad de trabajo conjunto y de desarrollo de aerogenerador nacional?

      TC: A priori yo te diría que no, porque es un negocio que se está tornando grande, con plazos de inversión relativamente largos y donde el costo de capital, nuevamente, es el principal factor limitante. El Plan Renovar creo que pidió 40% de contenido doméstico, al cual se llega rápidamente con las bases, las torres, más algunos componentes estáticos de metalmecánica. La segunda cosa interesante que tiene un desarrollo como eI de IMPSA es la de los generadores propios más las palas, por lo cual podes llegar de repente a un 70/80% de contenido local. El tema es que la mínima escala económica que necesitan las empresas para decidir invertir en energía eólica está pasando a ser bastante más grande que la que era hace unos 10 o 15 años.

      Por otra parte, al tratarse de inversiones intensivas en capital, se requiere una capacidad financiera sólida. Además, hay un nivel elevado de competitividad y globalización y, si competimos por precio, lo que vamos a localizar acá son esencialmente las cosas pesadas; la parte civil, la parte de metalmecánica y quizás las palas que es una parte interesante en la cual IMPSA tiene una base e INVAP estuvo haciendo desarrollos. Pero en la integración, en el diseño hay un gasto no recurrente que es grande para amortizar.

      Habiendo dicho todo esto, el recurso eólico en Argentina, particularmente en la Patagonia, es excelente; tiene un factor de utilización de arriba del 40%, mientras que en Europa es del 23%. Como el 70% de las máquinas las podemos hacer en moneda local, si logramos realizar las inversiones necesarias, podemos recuperar en pesos pagando la energía. Ahí se abre la oportunidad no solamente para INVAP o IMPSA, sino para todos los integradores que permiten tener alguna cadena de suministros locales y alguna de afuera.

      MP: Pasando al tema satelital, ¿Cuál crees que debe ser la estrategia del país? ¿apostar a avanzar en el desarrollo de proveedores? ¿vender servicios satelitales? ¿mayor exportación de satélites a países de la región?

      Nota de AgendAR:
      Es la primera vez -que sepamos nosotros- que el Ing. Tulio Calderón da un reportaje largo. Es un personaje que hizo mucho y habla poco dentro de una empresa de suyo más conocida por sus obras que por sus proyectos, y sin un discurso propio, o al menos público, por razones de supervivencia.

      Y es que son proyectos en general audaces y de alto vuelo. Pero cada vez que la Argentina se endeuda demasiado o incurre en «gobiernos de ajuste permanente», el techo de soberanía tecnológica del país baja tanto que son aplastados.

      De modo que valoramos la prudencia de Calderón cuando dice que a INVAP le conviene no mantener una base numéricamente alta de RRHH y asume que la empresa está condenada a ciclos de expansión y contracción. Pero nos vemos obligados a aclararle a nuestros lectores que esto no sucede debido a ciclos climáticos o astrofísicos, sino políticos y diplomáticos.

      ¿La hacemos fácil? Cuando llegó Carlos Menem al gobierno, INVAP ya tenía dos reactores nucleares vendidos en Medio Oriente, uno de investigación en Argelia y otro de fabricación de radioisótopos médicos en Egipto. El paso siguiente, en que INVAP habría participado en ello con la CNEA, habría sido vender centrales de potencia en la zona. Es un mercado miles de veces mayor, en dinero. La CNEA tenía incluso un socio internacional importante para hacerlo, SIEMENS de Alemania, una empresa mixta con sede en Buenos Aires (ENACE) y dos proyectos innovadores a falta de uno.

      El primer proyecto era la central de uranio natural y agua pesada ARGOS 380, una especie de Atucha I con mejoras en potencia y seguridad, con Egipto, Arabia Saudita e incluso Irán como clientes posibles (bajo la supervisión poco menos que paranoica del Organismo Internacional de Energía Atómica, la tecnología nucleoeléctrica es prácticamente imposible de generar aplicaciones militares). Si bien el negocio básico habría sido de ENACE, la hora de ingeniería argentina costaba un tercio de la alemana, e INVAP habría debido inevitablemente movilizar parte de sus huestes nucleares como subcontratista a esa zona del planeta para la construcción.

      El segundo proyecto era aún más interesante: la central nuclear compacta CAREM, de agua natural y uranio enriquecido. Había un socio posible y vivamente interesado en construir el CAREM de a decenas: Turquía. El CAREM está diseñado en módulos fabricables a gran escala y ensamblables en el sitio de construcción. El socio para fabricarlo y venderlo en medio planeta era Turquía, país con mucha industria pesada pero cero experiencia nuclear, cuyos cuatro partidos políticos habían votado por alocar una cifra hoy equivalente a U$ 400 millones.

      Las Fuerzas Armadas turcas (todavía políticamente muy relevantes) estaban también a favor de esta asociación con Argentina. La voluntad turca era la de entrar al mercado nuclear directamente por la puerta grande y como vendedor, sin pasar por una larga etapa formativa como comprador. Los medios de Ánkara, comprensiblemente emocionados y entusiasmados.

      No nos hace falta que nos la cuenten: en Abril de 1988 estuvimos en Turquía junto al embajador Adolfo Saracho, gestor de la movida, y vimos todo. Había un ir y venir de los entonces escasos expertos de la TAEK (la Comisión de Energía Atómica de Turquía) a Bariloche, sede de INVAP, y de ingenieros y físicos barilochenses a Ánkara.

      El dinero votado por unanimidad en el Parlamento turco era el costo estimado de un prototipo de 25 MW eléctricos del CAREM en suelo turco, bajo dirección de una UTE binacional creada ad-hoc entre la TAEK e INVAP. Pero la Argentina debía a su vez al menos iniciar la fabricación de una planta de producción de componentes para el CAREM en suelo propio. Pero la Argentina, distraída en el caos de la hiperinflación y la crisis de gobernabilidad de Alfonsín, ni se enteraba de estas cosas.

      Vimos también cuando -a pedido del Canciller Guido di Tella– el nuevo presidente Menem destruyó de un saque ambas movidas comerciales. Cerró ENACE (adiós al ARGOS), y descarriló deliberadamente la negociación de transferencia de tecnología con la TAEK, pidiéndole una comisión escandalosa. Pero al mismo tiempo, Menem intentó que INVAP quebrara: tenía exportaciones por U$ 30 millones (a valor de hoy) embarcadas en el puerto de Campana para una planta de concentrado de uranio. Di Tella las hizo bajar al muelle.

      E INVAP, que preparándose para el ARGOS y para el CAREM tenía 1300 empleados, en su 90% ingenieros, físicos y químicos nucleares, expertos en materiales y combustibles, tuvo que dejar a 1000 en la calle para sobrevivir.

      En los largos años siguientes, no habría sobrevivido sin dos salvatajes: la terminación del reactor ETRR2 en Inshas, Egipto, y el providencial pedido de Conrado Varotto, el nuevo presidente de la Comisión Nacional de Actividades Espaciales (CONAE), para la construcción del satélites SAC-B… y los que siguieron. Al salvar a INVAP Varotto estaba salvando su propia obra: en 1974, había sido el fundador de esa empresa.

      Probablemente para desilusión de la diplomacia de los EEUU, que operó todo esto entre bambalinas, la industria nuclear yanqui no se benefició en nada. Y es que desde los ’70 los autodenominados americanos no tienen nada bueno para vender.

      Los vacíos que dejaron ENACE e INVAP en el mercado de tecnología nuclear de África y Medio Oriente, por ende, no tardaron en ser llenados por competidores. En lugar de reactores CAREM, que habrían sido los primeras centrales modulares compactas del mundo, para exportar con Argentina a 20 o 30 países, Turquía terminó comprándole centrales nucleares gigantes y nada innovadores bajo régimen BOO (Build, Own and Operate) a Atomtroyexsport de Rusia, sin ninguna transferencia de tecnología. Jurídicamente, las centrales rusas de Akkuyu en Turquía son tan extraterritoriales como la embajada rusa. Turquía se limita a poner el sitio y comprar la electricidad.

      En términos no tan distintos, los Emiratos Árabes Unidos compraron centrales «llave en mano» a la KEPCO coreana la planta de Barakh, nuevamente sin más beneficio educativo o industrial para el comprador que el producto eléctrico. Y el ARGOS 380 de ENACE, tan paseado en planos y ambicionado en los países del Magreb, jamás se construyó en ningún lado. Aquí tampoco.

      La reconstrucción de los RRHH de INVAP fue lenta y cautelosa, pero la hizo posible el estado. El estado australiano, claro está.

      Sucedió cuando en 2000 y contra los pronósticos sombríos de mucho mufa y mucho idiota, INVAP le ganó a los principales constructores nucleares de entonces (Francia, Rusia, EEUU, Canadá y Japón) la licitación por el reactor OPAL de Sydney, Australia. Se entregó en 2006 y desde entonces es, además de un reactor de investigación, la mejor planta de producción de radioisótopos médicos del mundo. Con apenas 20 MW provee el 40% del mercado europeo y norteamericano, además del propio y el regional.

      En 2006 el kirchnerismo se dio cuenta de que sin energía nuclear el «levántate y anda» industrial argentino posterior al crack de 2001 se quedaba sin potencia, o condenado a pagarle más de U$ 5000 millones/año a Bolivia y los Emiratos por su gas. De modo que la CNEA resucitó, se desempolvaron los planos de Atucha II y la Argentina inició una reconstrucción de otros proyectos y fierros nucleares abandonados. La participación de INVAP fue importante en todos ellos.

      Pero la empresa aprovechó la rareza histórica de tener al estado argentino a su favor, en lugar de en contra, para hacerse fuerte en el área espacial con los satélites SAC-A, SAC-C, SAC-D, y SAOCOM 1A y 1B de la CONAE. Néstor Kirchner, además, en 2006 fundó la empresa ARSAT para que la Argentina no perdiera por abandono sus últimas dos posiciones orbitales geoestacionarias, una de las cuales (la 81o Oeste), explotada a fondo, puede producir tanta rentabilidad como una provincia.

      El fundador y primer director de ARSAT algo sabía de ingeniería espacial: es el Ing. Pablo Tognetti, diseñador y constructor en INVAP de todos los satélites de la CONAE. Con un «invapio» con pedigrí dirigiendo ARSAT, INVAP construyó los exitosos ARSAT-1 y ARSAT-2, en vuelo desde 2014 y 2015, y se dotó de equipamiento, RRHH y el respaldo legal para producir los ARSAT siguientes hasta el 8, a razón de uno cada 2 años, con potencias y ancho de banda crecientes y nuevos y mejores medios de propulsión.

      Inevitablemente, hubo países interesados en asociarse a INVAP, distintos entre sí y de distintos modos. Francia estaba interesada en diseñar conjuntamente con ARSAT motores iónicos, totalmente distintos de los químicos (de mucho mayor impulso específico y de menor peso). Turquía, en cambio, reapareció como posible cliente de satélites geoestacionarios.

      Durante todo el período que va de 2003 en adelante, INVAP se diversificó en varios campos más: por una parte, diseñó e instaló todos los radares secundarios de aeronavegación comercial de la Argentina, y por otro empezó la construcción de radares militares de diversa potencia, tecnología y tamaño, entre ellos los meteorológicos que fue desplegando el SINARAME, o Sistema Nacional de Radares Meteorológicos para dar alertas rápidos de tormentas severas. Tras mucho esfuerzo y desarrollo, ya hay naves de la Armada y aviones de la Fuerza Aérea radarizados por INVAP, así como móviles del Ejército, y este año se produjo la primera exportación de radares aeroportuarios a Nigeria.

      Hubo también una síntesis sensacional de capacidades espaciales y radarísticas: los satélites SAOCOM 1A Y 1B funcionan con inmensos radares en banda C, capaces de detectar el contenido de agua en suelos y debajo de ellos, predecir rindes de cosecha nacionales y de nuestros competidores, así como de monitorear, predecir y prevenir catástrofes, como deslaves por lluvia o erupciones. Argentina fue el primer país del planeta en intentar poner un radar de este porte en un satélite de observación terrestre, y el segundo (tras Japón) en lograrlo.

      Esta historia tan tranqueteada por parece destinada a terminar bien. El ARSAT-3 está en construcción, con una ingenería en sistemas de potencia eléctrica, antenas y motores que vendrían a ser equivalentes de los de los ARSAT 7 y 8 en la planificación de 2015. Y su ingeniería se está transfiriendo a TAI, la industria aeroespacial oficial turca, que se asocia con INVAP para mayores. La sociedad tecnológica entre países que no se puedo hacer en reactores, se está haciendo en satélites de telecomunicaciones. Mientras el diablo no meta la cola, por supuesto, costumbre muy del diablo en este país.

      Hablando de ello, cuando Cristina Fernández de Kirchner perdió las elecciones frente a Mauricio Macri, INVAP se preparaba para construir los ARSAT 3, 4, 5, 6, 7 y 8. Los 1 y 2, pese a su tecnología deliberadamente conservadora, de poco ancho de banda pero en revancha, casi irrompible, estaban ganando no menos de U$ 40 millones/año, cada nuevo ARSAT se construiría con el dinero ganado por sus antecesores. El estado ya no tenía que invertir un peso más. Era una expansión virtuosa y sostenible. Nuevamente, no nos lo contaron: estuvimos ahí y lo vimos.

      ¿Y quién paró el ARSAT-3 -y todos los demás- y habilitó unilateralmente 24 satélites extranjeros a dar servicios sobre suelo argentino? Ese Menem rubio y con un paradójico título de ingeniero, Mauricio Macri. Cuyo Jefe de Gabinete, Marcos Peña Braun, además, se empeñó en no pagarle a INVAP los radares de aeronavegación, los militares y los meteorológicos ya entregados, interrumpió los pedidos y dejó a la empresa endeudada hasta la coronilla. Macri -el heredero de un grupo económico que vivió su vida a costillas del estado argentino- bajó en 2018 a Bariloche a explicarle solemnente a INVAP que debía sostenerse sin ayuda del gobierno. Justamente él. Pero los periodistas locales lo estaban esperando…

      A diferencia de las épocas facilongas de Menem, cuando a la siempre silenciosa INVAP no la conocía casi nadie, esta vez en buena medida gracias a los satélites de ARSAT la firma barilochense se había vuelto un especie de símbolo nacional, un equivalente industrial y tecnológico de la Selección de Fútbol.

      Macri, extitular del mayor club de fútbol del país, entendió a partir de los coros de hinchas que mentaban su prosapia y de los medios que denostaban su ataque contra la la industria avanzada, que no debía volver a pisar un estadio, pero tampoco el aeropuerto de Bariloche. Incluso los medios más oficialistas se le pararon de manos, y la deuda del estado nacional con INVAP tuvo que ser pagada, tarde, poco y de algún modo. Pero los proyectos de 2015 eran muchos. Y no todos han reflotado.

      Nuevamente, lo que salvó a la empresa de tener que volver a dejar 1000 o más expertos en la calle fue el estado. El estado holandés, porque en 2018 INVAP ganó por segunda vez contra Rusia y Corea del Sur la licitación por el 2do mayor reactor nuclear del mundo: el de sustitución del PALLAS en Petten, sobre el Mar del Norte. Macri aprovechó que estaba representando al país en el foro de Davos, Suiza, para fotografiarse con la princesa Máxima y atribuirse (ambos) la hazaña.

      Ejemplos de estos podemos dar muchos más. Pero la idea es ésta: los ciclos de expansión y de contracción de los RRHH de INVAP no se deben a la climatología o a la astrofísica. Dependen de que el estado nacional aproveche a la empresa para apuntalar la calidad de la oferta industrial y tecnológica del país, o de que gobierne para los acreedores externos y contra la industria avanzada.

      Entendemos que esto es muy geopolítico, muy pendular y no lo deciden ni INVAP ni Ud., lector. Nos encantaría que el actual gobierno se terminara de definir seriamente al respecto. Mientras no lo haga, entendemos las reservas de Calderón a llamar las cosas por su nombre.

      Entre tanto, celebramos la definición de INVAP a favor de una línea de futuras centrales nucleares para el país: Calderón dice que debe ser el CAREM y que conviene olvidarse de las plantas diseñadas en los ’60, en las que me temo caen ambas Atuchas, la cordobesa Embalse y todo proyecto de uranio natural y agua pesada.

      Su argumento -bastante indiscutible- es que los CANDU son de diseño ajeno y poco o nada exportables. Y la Argentina debe apegarse a un tipo de central nuclear más futurista, que no quede encerrada en los límites geográficos del país, sino que sea lo suficientemente novedosa como para generar compras en el exterior.

      En la panoplia local, eso es el CAREM. O lo era hace 10 años, porque en materia de SMRs (Reactores Modulares Medianos), el probable futuro de la industria, mundo se está llenando de ofertas bastante más disruptivas con el modelo de uranio natural y enfriamiento a agua. Y en detrás de este muestrario divergente hay empresas nuevas, muy fuertes y agresivas, como NuScale en EEUU, que no tiene siquiera un prototipo en construcción pero está reclutando MOUs (Memorandums of Understanding) en demasiados países. Eso, mientras el CAREM prototipo de 32 MW se atrasa desde 2011 en una obra civil interminable que por fin la CNEA derivó a NA-SA, y ésta, con su nueva y combativa dirección, acaba de relanzar.

      La eventual terminación y entrada en línea del CAREM 32, sin embargo, no garantiza que acudan clientes a comprar las versiones modulares industriales que están en planos en la CNEA. En ellas prima una planta de 4 módulos de 120 MW cada uno y 480 de potencia conjunta. ¿Por qué no se puede saltar fácilmante a ella desde el prototipo? Porque ambas máquinas serán técnicamente bastante distintas por el diseño termohidráulico.

      En contraste con el CAREM, proyecto que la Argentina entretiene sin concretar jamás desde 1984, la actual dirección de NA-SA, agrupada alrededor de José Luis Antúnez, el hombre que logró terminar Atucha II contra viento y marea, está hasta las manos tratando de que la inminente Hualong-1 china de 1140 MWe a construirse junto a las Atuchas, en Lima, no se transforme en un negocio únicamente para la industria nuclear china. Asunto ya de suyo complicado.

      Los chinos, dueños del 75% de la financiación, apalancan sus pretensiones de que lo único argentino en esta planta sea la obra civil: hormigón y ladrillos. Y la casilla de guardia, gracias. Y NA-SA da pelea no sólo en representación de los fabricantes nucleares nacionales, sino de que estamos en el negocio nucleoeléctrico desde 1974, 17 años antes que China, y somos mucho más viejos aún como exportadores de reactores y de componentes nucleares. Es casi una lucha de nuevos ricos prepotentes contra nobleza vieja y empobrecida… pero no estúpida.

      NA-SA tiene otro proyecto muy distinto de futura central como caballito de batalla argentino: una CANDÚ de uranio natural y agua pesada, tecnología para la cual tiene preparada desde hace décadas toda su cadena de proveedores privados, agrupada y fortificada por la terminación de Atucha II, la prolongación de vida de Embalse y la inminente prolongación de la de Atucha I.

      Los argumentos de NA-SA por fierros como los CANDÚ tienen la lógica de que no necesitan combustible importado (no enriquecemos uranio en Argentina, salvo a título experimental) y de que este tipo de máquinas pueden financiarse en pesos, no necesitan de experticia canadiense y pueden ser un 70 u 80% nacionales. Eso sí, difícilmente puedan ser exportables, salvo que logremos mejorar decisivamente el diseño original de la CANDU-6 canadiense. Lo cual no es imposible, empezando por el combustible, que podría ser torio en lugar de uranio.

      INVAP hoy apunta a recuperar su rol central en el CAREM (lo tuvo entre 1987 y 2006). Lo que AgendAR cree es que ni el proyecto de los barilochenses ni el de NA-SA pueden tener futuro sin alianzas con socios poderosos. Pueden ser nacionales, no forzosamente extranjeros, pero tampoco echaríamos a nadie por su pasaporte. Y es que se necesita mucha plata y también bastante imaginación.

      La COP 26, que cerró sus deliberaciones en Glasgow, cambió definitivamente el porvenir de la energía nuclear: estableció que sin ella vamos de cabeza a una catástrofe climática mundial. El mercado de centrales se va a llenar de nueva tecnología y nuevos oferentes.

      INVAP, empresa nada locuaz (por conveniencia) acaba de hablar, cosa rara: a través de uno de sus puntales, Tulio Calderón, empieza a mostrar sus cartas. Este martes a las 18:00 horas y por Zoom la Fundación Excelencia desplegará las ideas de la actual dirección de NA-SA al respecto, y estaremos pendientes de lo que diga José Luis Antúnez.

      En que estas empresas del estado (INVAP es una SE, NA-SA una SA) hablen claro, y peleen lo que deben y acuerden lo que puedan, el país se juega 71 años de luchas, frustraciones y logros tecnológicos enormes. Y el futuro de lo mejor de nuestra industria avanzada.

      Daniel E. Arias

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        El ministerio de Seguridad de la Pcia de Santa Fé presento al Ruas 160

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        Tres de estas aeronaves entrarán en operaciones con las fuerzas policiales de la provincia junto con equipo de tierra de soporte (poseen dos estaciones terrestres y camionetas especialmente diseñadas para transportar los prototipos).

        Según se indicó, el Ruas-160 cuenta con una autonomía de 6 horas y un alcance de 250 kilómetros de apoyo aéreo. Pueden identificar una patente y un rostro a 2 kilómetros, hacer reconocimiento facial sobre un paraavalanchas en la cancha

        B 1 Reply Last reply Reply Quote 7
        • P
          pisciano last edited by

          A los que hay qiue convencer es los de la Armada, que en verdad no son muy partidarios de los submarinos. Luego de conseguir recuperar el astillero y tener un proyecto de recuperación de submarinos, vino otra cupula que terminó por desistir de los TR-1700. El accidente les vino como anillo al dedo, fue la excusa necesaria para dejar los 4 subs de la ARA en stand-by a la espera de su baja.
          El Sub nuclear también lo bajaron ellos, segun DeySeg la ideología mató la idea de un sub nuclear al igual que el gran proyecto de submarinos ideados en tiempos de Perón y Massera, los padres del proyecto de los submarinos para la ARA. La alta oficialidad de la ARA es conocida por su anti-`peronismo y para ellos el sub nuclear era un proyecto peronista. La ARA siempre priorizo la flota de superficie por sobre la de submarinos

          1 Reply Last reply Reply Quote 0
          • B
            Bouchard @Darwin last edited by

            @darwin dijo en Novedades INVAP:

            El ministerio de Seguridad de la Pcia de Santa Fé presento al Ruas 160

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            Tres de estas aeronaves entrarán en operaciones con las fuerzas policiales de la provincia junto con equipo de tierra de soporte (poseen dos estaciones terrestres y camionetas especialmente diseñadas para transportar los prototipos).

            Según se indicó, el Ruas-160 cuenta con una autonomía de 6 horas y un alcance de 250 kilómetros de apoyo aéreo. Pueden identificar una patente y un rostro a 2 kilómetros, hacer reconocimiento facial sobre un paraavalanchas en la cancha

            Que rara la posición de la camara, antes estaba orientado hacia abajo

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            • N
              Navaja-95 last edited by

              Iba a decir lo mismo de la cámara. Estos drones helicópteros serían ideal para llevar en buques que no tengan hangar para helicópteros pero si un lugar lo suficiente grande para guardarlos.

              1 Reply Last reply Reply Quote 1
              • S
                SAM last edited by

                Habría que ver cómo se banca los vientos del Atlantico sur...

                1 Reply Last reply Reply Quote 0
                • P
                  pisciano last edited by

                  Invap esta trabajando en un sistema de recuperación tipo RAST para cubierta de vuelo en un buque. El UAV que tenía la ARA no era recuperable

                  1 Reply Last reply Reply Quote 1
                  • T
                    Tuco last edited by

                    https://www.ambito.com/edicion-impresa/china/avanza-la-venta-dos-reactores-nucleares-invap-n5328668

                    1 Reply Last reply Reply Quote 4
                    • O
                      oscar23 last edited by

                      https://www.elcordillerano.com.ar/noticias/2021/12/23/124026-elaboran-un-proyecto-de-ley-para-proteger-y-permitir-la-continuidad-del-desarrollo-tecnologico-de-invap

                      Elaboran un proyecto de Ley para proteger y permitir la continuidad del desarrollo tecnológico de INVAP | Diario El Cordillerano

                      23/12/2021
                      Elaboran un proyecto de Ley para proteger y permitir la continuidad del desarrollo tecnológico de INVAP

                      Elaboran un proyecto de Ley para proteger y permitir la continuidad del desarrollo tecnológico de INVAP
                      El senador nacional rionegrino, Martín Doñate, formuló e impulsó un proyecto de Ley para para eximir de impuesto a las ganancias, como de gravámenes por derechos de importación y de exportación, al INVAP. La iniciativa surge frente al reciente rechazo a la aprobación del presupuesto 2022 por parte de la oposición en la Cámara de Diputados de la Nación que impedirá al Gobierno Nacional y al pueblo argentino contar con presupuesto para avanzar en la reconstrucción argentina.

                      La iniciativa de Doñate fue trabajada y acordada con los diputados nacionales rionegrinos, Pedro Dantas y Graciela Landriscini, quienes lo presentarán en la Cámara baja del Congreso Nacional puesto que es allí donde ingresan los proyectos de carácter impositivo.

                      La falta de presupuesto traerá todo tipo de dificultades a empresas como INVAP y a las provincias argentinas, es por eso que Doñate consideró que: “INVAP es la empresa tecnológica más emblemática de la República Argentina y es rionegrina. Será de suma importancia para INVAP y para el país apoyar esta iniciativa con el propósito de permitir la continuidad en el desarrollo tecnológico”.

                      El proyecto de Ley contempla la exención de gravámenes en la adquisición de partes, componentes, insumos, repuestos y bienes intermedios en la cadena de valor, destinados a la producción de bienes, servicios y obras en el territorio nacional como en el extranjero y que sean adquiridos por INVAP. Dichos insumos, nuevos o usados, serán desgravados con el aval del Ministerio de Desarrollo Productivo indicando que no pueden ser provistos por la industria nacional.

                      “Ante rechazo de la oposición al presupuesto presentado por nuestro gobierno, nos vimos obligados a trabajar rápidamente en la resolución de los conflictos que acarrea esta actitud irresponsable de aquellos que saquearon y endeudaron la Argentina y que una vez más dan muestra de un gran desinterés por acompañar la resolución de los problemas de los argentinos”, señaló Doñate.

                      El proyecto ingresado por Dantas y Landriscini considera la exención de importaciones de bienes de capital, tasas por servicios portuarios, aeroportuarios, de estadísticas y de comprobación, como así también exceptuar a la empresa del pago de derechos de exportación e impuesto a las ganancias.

                      INVAP es una de las pocas empresas argentinas capaces de exportar a países más avanzados artefactos de alta tecnología, como reactores nucleares y satélites. Puede diseñar, integrar y construir plantas, equipamientos y dispositivos de áreas de alta complejidad como energía nuclear, tecnología espacial, tecnología industrial y equipamiento médico, científico y de seguridad.

                      También resulta necesario proteger de gravámenes a la exportación todo lo destinado a la producción de bienes, servicios y obras que tengan por objeto desarrollar actividades de ciencia, tecnología e innovación.

                      Respecto al impuesto a las ganancias, tal como lo indica el proyecto de Doñate, Dantas y Landriscini, se eximirán los pagos de servicios, incluyendo regalías a beneficiarios del exterior que, con motivo del diseño, desarrollo, fabricación, integración, ensayos y puesta en servicio, realice INVAP.

                      1 Reply Last reply Reply Quote 5
                      • S
                        SAM last edited by

                        Bienvenido sea todo lo que incentive el desarrollo teconológico, la industria nacional y en especial a INVAP, pero estas excepciones y asimetrías con otras industrias me preocupa, no lo veo con buenos ojos, siempre se prestan para corruptelas y manganetas. Además desde afuera te van a acusar de proteccionismo, te arriesgás a sanciones, en fin... Dejen a INVAP como está que así anda muy bien, la verdad espero equivocarme pero no me parece buena idea.

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